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El Museo Nacional de Antropología presenta la excepcionalidad de Río Bec dentro del mundo maya

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Desde el primer croquis de la planta de un edificio principal de Río Bec, el cual hizo el geógrafo alemán Karl Sapper, en el último lustro del siglo XIX, esta zona arqueológica del municipio de Calakmul, en Campeche, a pocos kilómetros de la frontera con Quintana Roo, ha sorprendido por la excepcionalidad de sus características, en el panorama de los antiguos señoríos mayas.

El arqueólogo Dominique Michelet, quien coordina el proyecto de investigación en este sitio, junto con su colega Éva Lemmonier, comenta que su importancia es tal que, en 1973, el redescubrimiento del Edificio BI (reportado 60 años antes por Raymond E. Merwin) fue primera plana en The New York Times el 12 de junio, pero hubo un error en el reportaje, al consignarlo como un templo y no como una residencia palaciega.

“Eso planteó un aspecto particular y fue lo que nos atrajo, entender qué es lo que pasa con esta zona arqueológica, donde hay tantas residencias y espacios para los cultos; no obstante, casi no hay templos-pirámides. ¿Qué pasa con eso?”, comentó el investigador en el recorrido por la exposición Río Bec, un sitio maya extraordinario, cuya apertura fue encabezada por representantes del Museo Nacional de Antropología (MNA) y de la Embajada de Francia en México.

La Secretaría de Cultura federal, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), presenta esta muestra en la Media Luna del recinto, donde una treintena de piezas arqueológicas y la maqueta de un palacio sirven para abordar los descubrimientos registrados en el lugar, por un equipo del Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (Cemca), en lo que va de este siglo.

El público podrá admirarlas hasta el 28 de julio de 2024, antes de que la exposición viaje a Campeche, en la segunda mitad de este año, periodo en que también el Cemca hará entrega de la colección arqueológica formada por esta iniciativa de investigación, al Centro INAH Campeche, la cual asciende a, aproximadamente, dos centenares de artefactos arqueológicos, completos y semicompletos.

La directora del Cemca, Maya Collombon, explicó que la muestra revela los últimos hallazgos en torno a la arquitectura (identificada como un estilo propio), organización sociopolítica, rituales y prácticas agrícolas de la sociedad de Río Bec, resultado de la estrecha colaboración entre este centro, el INAH, el MNA y la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía, donde se atendieron algunos de los objetos ahora en exhibición.

En tanto, Dominique Michelet recordó que Río Bec fue objeto de excavaciones sistemáticas y puesta en valor a lo largo de una década, y en la segunda etapa, iniciada en 2019, el equipo franco-mexicano ha buscado ahondar en algunos aspectos con la utilización de herramientas tecnológicas, como la imagen LiDAR, para entender la relación sociedad-medio ambiente.

A partir de ella, continuó, se hicieron análisis arqueobotánicos y geoquímicos para identificar los cultivos, de manera que Río Bec se considera un asentamiento “verde”, el cual tendía al autosustento, gracias a su sofisticado sistema agrario, basado en amplias redes de terrazas.

“Las extraordinarias obras arquitectónicas que realizaron sus moradores durante su apogeo, entre 700 y 900 d.C., y el dominio de la agricultura y la gestión controlada del medioambiente pueden ser lecciones para nuestro tiempo.

“Asimismo, el modo de organización sociopolítica es otro de los puntos que hemos tratado de investigar. Los palacios de Río Bec son de carácter residencial, eran habitados por familias de agricultores, pero de un estrato superior; sin embargo, al menos, en diez lugares del sitio, hemos encontrado evidencia de que algunas familias intentaron ir del nivel de la nobleza, al de realeza sagrada, como sus vecinos del sur, que tenían reyes”, finalizó el arqueólogo.

El incensario-efigie de un anciano, que representa al Sol nocturno, un torso modelado-esculpido de estuco y un conjunto de cinco incensarios, en cuyo interior se hallaron ofrendas de conchas, caracoles, esqueletos de pez globo, volutas de cerámica y los restos óseos de un infante, como parte de un rito para petición de lluvia, son algunas piezas de la exposición Río Bec, un sitio maya extraordinario. Entrada libre.

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