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Vistazo a la contienda por la candidatura presidencial republicana en EEUU

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Luego de una tripleta de anuncios esta semana, el conjunto de aspirantes a la candidatura presidencial del Partido Republicano en 2024 está prácticamente completo.

Aunque más tarde podrían sumarse algunos aspirantes demorados, por el momento hay al menos 10 republicanos conocidos que buscan oficialmente la candidatura de su partido. Y con la fase de anuncios de la campaña interna casi finalizada, varios de esos aspirantes destacados se reunirán este fin de semana en Carolina del Norte para comenzar una fase más enérgica de selección.

Queda mucho camino para la convención nacional republicana en Milwaukee a mediados de 2024, cuando los delegados republicanos de todo Estados Unidos designarán al rival del presidente Joe Biden. Sin duda habrá sorpresas y cambios de fortuna, pero en este momento todos los precandidatos republicanos están detrás del expresidente Donald Trump, el favorito indiscutido de unas primarias abarrotadas. Este es un vistazo a la situación de la contienda republicana.

SON MUCHOS CANDIDATOS DESPUÉS DE TODO

Trump lanzó su campaña hace casi siete meses con la intención de asustar a sus posibles opositores. No le funcionó.

Por ahora, el expresidente compite al menos con nueve personalidades importantes. Son el exvicepresidente Mike Pence y cuatro gobernadores o exgobernadores: el gobernador de Florida, Ron DeSantis; el gobernador de Dakota del Norte, Doug Burgum; el exgobernador de Nueva Jersey Chris Christie y el exgobernador de Arkansas Asa Hutchinson. También está Nikki Haley, exembajadora ante Naciones Unidas y exgobernadora de Carolina del Sur; el senador federal por Carolina del Sur Tim Scott; el empresario de biotecnología Vivek Ramaswamy y el presentador de un programa conservador de radio Larry Elder, que perdió unas elecciones a gobernador de California.

Aunque larga, la lista para 2024 podría haber sido mucho mayor. Las primarias para 2016 tenían 17 precandidatos que requirieron dos escenarios en los debates.

Varios republicanos que habían preparado el terreno para presentarse terminaron cancelando sus planes. Es el caso del ex secretario de Estado Mike Pompeo; el gobernador de Nueva Hampshire, Chris Sununu; el exgobernador de Maryland Larry Hogan, el senador por Texas Ted Cruz y el senador por Arkansas Tom Cotton.

Otros miembros destacados del partido aún sopesan postularse, como el ex secretario de Energía Rick Perry; el alcalde de Miami, Francis Suarez, y el gobernador de Virginia, Glenn Youngkin.

SON TRUMP Y TODOS LOS DEMÁS

Que nadie tenga dudas: Trump es, de lejos, el favorito y se trata de una cuestión de si Trump pierde.

El expresidente domina las encuestas iniciales a pesar de sus enormes problemas legales, sus mentiras acerca de la elección de 2020 que dieron lugar a la insurrección del 6 de enero de 2021 y las dudas entre los dirigentes republicanos de que sea capaz de ganar la elección general. No obstante, Trump domina un sector importante de la base republicana, a la que de momento no le entusiasma ninguna alternativa.

Sobre el papel, DeSantis es el rival más fuerte de Trump, pero el gobernador de Florida aún no ha trazado una ruta clara hacia la victoria. DeSantis intenta ser más trumpista que Trump, mostrándose más intransigente en inmigración, aborto y otros temas que marcan las divisiones en el país, al tiempo que adopta el estilo combativo y las formas del expresidente.

Mientras tanto, para el equipo de Trump es motivo de júbilo que haya tantos rivales, lo que crea un problema matemático que lo beneficia. Parece una repetición de 2016, cuando Trump ganó las primarias de Nueva Hampshire con apenas el 35% de los votos porque los demás precandidatos se repartieron el resto de los sufragios entre todos.

Los detractores republicanos de Trump advirtieron precisamente sobre esta misma dinámica a lo largo del año pasado, pero por ahora parecen incapaces de evitarla.

NO HAY UNA ESTRATEGIA CLARA PARA DERRIBAR A TRUMP

Matemáticas aparte, los rivales de Trump aún tienen que elaborar una estrategia clara para derribarlo. Lo cual no significa que no lo estén intentando ya.

Pence dijo esta semana a los votantes de Iowa que Trump “me pidió que eligiera entre él y la Constitución”, una referencia al argumento reiterado —y falso— del entonces presidente de que su vicepresidente tenía la autoridad para revocar el resultado de la elección de 2020. Pence tachó las palabras de Trump de “imprudentes” y dijo que el expresidente puso en peligro a su familia.

DeSantis, como otros, ha lanzado muchas críticas indirectas a Trump, dirigidas principalmente a que ha sido incapaz de ganar un segundo mandato y que bajo su liderazgo el partido ha adquirido una “cultura del perdedor”. El equipo de DeSantis también cree que tiene la posibilidad de adelantar a Trump por la derecha en prioridades conservadoras como la inmigración y el aborto.

Cuando le preguntaron esta semana en Arizona acerca de la ventaja de Trump en las encuestas, DeSantis le restó importancia. “Uno no hace una encuesta con un año de margen, y afirmar que así será el resultado de la elección”, respondió.

Christie podría ser el crítico más directo de Trump en la campaña, aunque no ejerce un cargo público desde hace más de cinco años.

“Mi intención es derrotar a Donald Trump”, afirmó esta semana el exgobernador de Nueva Jersey a los votantes en Nueva Hampshire. “Les diré por qué: quiero ganar, y no quiero que él gane (…) Hay un carril a la candidatura republicana y él está delante”.

Las estrategias antitrumpistas seguirán evolucionando este fin de semana en Carolina del Norte.

UN CONJUNTO HETEROGÉNEO

La lista de aspirantes de 2024 iguala a la de 2016 como la de más diversidad racial en la larga historia del partido.

Al menos cuatro candidatos no blancos aspiran a la presidencia este año: Scott y Elder son negros, mientras que Haley y Ramaswamy tienen raíces indias. Para Haley y Scott en particular, la raza juega un papel clave en su mensaje a los votantes, aunque los cuatro niegan la existencia del racismo sistémico en el país y en general se oponen a políticas federales diseñadas para ayudar a personas en función del color de su piel.

Los dirigentes republicanos esperan que esta diversidad ayude a que el partido continúe sus avances modestos entre el electorado negro y latino. Estos dos sectores siguen apoyando de forma abrumadora a los demócratas, pero incluso pequeñas grietas en la coalición demócrata podrían ser significativas en 2024.

Sólo hay una mujer entre los aspirantes, pero sí hay una fuerte variedad de edades. Trump es el mayor, con 76 años, mientras que Ramaswamy es el más joven, con 37. DeSantis tiene 44, mientras que Haley y Scott han pasado los 50. El resto son sexagenarios o septuagenarios.

POLÍTICAS CONSERVADORAS

Con excepciones escasas, los republicanos han abrazado políticas intransigentes de derecha en materia de aborto, inmigración, violencia armada y derechos LGBTQ.

Todos se oponen en mayor o menor medida al derecho al aborto, aunque hay diferencias en el grado de oposición y en su retórica. Pence y Scott han apoyado abiertamente la prohibición nacional del aborto, en tanto Trump y DeSantis han evitado por ahora tomar una posición firme sobre un veto federal. Dicho eso, DeSantis sancionó meses atrás una ley en Florida que prohíbe el aborto a partir de la sexta semana de embarazo, una de las políticas más restrictivas del país.

Todos los aspirantes también se oponen a introducir nuevos límites a la propiedad de armas, incluida una prohibición de las armas de asalto. La mayoría atribuye la epidemia de violencia armada en el país a cuestiones de salud mental. DeSantis sancionó este año una nueva ley que permite a los residentes de Florida llevar armas ocultas sin necesidad de permiso.

Los aspirantes también han seguido el reciente interés del partido en la comunidad LGBTQ.

En las últimas semanas, Haley se burló de las mujeres transgénero en su campaña y se refirió a ellas con el género incorrecto. Trump y DeSantis han deplorado las cirugías de afirmación de género para menores de edad, catalogándolas de abuso de menores. Y Scott fue uno de los impulsores en el Senado de una propuesta de ley que privaría de fondos a escuelas primarias o intermedias que cambien los pronombres de un alumno sin obtener antes el consentimiento de sus padres.

En cambio, parece haber cierto desacuerdo sobre el Seguro Social y la atención médica para jubilados: el Medicare.

Cuando era legislador, DeSantis votó a favor de una resolución que habría elevado a 70 años la edad para tener acceso a Medicare y la Seguridad Social. Desde que es gobernador de Florida parece haber dejado esa posición, pero Trump ha aprovechado la postura anterior de su rival para presentarse como el defensor de esas prestaciones sociales.

ASOMA LA INCERTIDUMBRE

Puede que el escenario de las primarias ya esté prácticamente asentado, pero las sorpresas en los próximos meses están casi garantizadas.

El factor más importante podrían ser los problemas legales de Trump. El expresidente ya enfrenta 34 cargos de falsificación de documentación corporativa, en relación con pagos para silenciar a mujeres durante la campaña de 2016 y ocultar las acusaciones de que Trump tuvo relaciones extramaritales. Los fiscales federales también tienen procesos en marcha con jurados investigadores en Washington y Florida como parte de su investigación del presunto mal manejo de documentos clasificados. Y la fiscalía en Georgia investiga si Trump violó la ley al intentar revocar su derrota electoral en 2020.

Al mismo tiempo, DeSantis aún se está estrenando en política nacional. Los rivales de ambos partidos investigan a fondo su pasado en busca de cualquier indicio de información perjudicial. Sus colegas republicanos cuestionan abiertamente sus habilidades sociales y no tiene reparos en chocar con la prensa durante eventos espontáneos de su campaña.

Por otra parte, hay una gran incertidumbre en torno a los próximos debates, que se espera que comiencen a finales de agosto. Trump, que tiene una amplia ventaja en los primeros sondeos, ha planteado la posibilidad de faltar a los debates. DeSantis ha fustigado a los medios tradicionales que jugarían un papel en organizar los eventos televisados. Y no está claro si los aspirantes con menores posibilidades podrían superar los umbrales relativamente modestos en las encuestas y la recaudación de fondos para conseguir un puesto en los debates.

AP

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