Luis Navarro Arteaga
“Morena se desmorona”, dijo Miguel Ángel Yunes Márquez, el lunes, en la plaza Cívica 18 de marzo, en su cierre regional de campaña. El griterío de los miles de simpatizantes, que abarrotaron la plaza cívica, secundó la afirmación, pero para comprobarlo habrá que esperar hasta el domingo.
Lo que no esperó, fue la certeza de que la que ya estaba desmoronada, desde horas antes, era la propia organización del mitin, en el que todos querían subir al escenario, pero al que solo unos cuantos colados VIP podían ingresar.
Muy orondos llegaron al acceso el ex secretario del ayuntamiento priista, y frustrado candidato a la alcaldía, Miguel Chagoya Pérez; y el regidor Fausto Jaimit Cabrera Dávila. Ninguno de los dos la tuvo fácil, los mal encarados guardias, además de negarles la entrada, los ningunearon durante larguísimos minutos frente al pueblo llano que, con sus banderitas azules y amarillas, era testigo de cómo los notables eran víctimas de la altivez e indiferencia de otros más poderosos – por una hora, pero poderosos al fin- que ellos. Justicia divina dirían algunos.
Cuando al fin le dieron oportunidad de subir, el regidor Cabrera Dávila demostró su fatuidad: se fue al fondo del escenario, levantó su teléfono celular para tomarse una selfie y en su cara se pintó una mueca algo parecido a una sonrisa ¿Para eso quería subir? Preguntó un ciudadano que no perdía detalle de lo que pasaba.
En general la organización fue un desastre. El escenario estaba lleno de gente que no debía estar allí, achichincles, fanáticos de las selfies, parientes y amigos de cualquier poderosillo albiazul, pero los representantes panistas en el ayuntamiento, como los ediles Aldo Maldonado y Yerehiri Carranza, mendigaban un mendrugo de atención.
– Déjame pasar por favor- clamaba ella.
La respuesta fue la misma para todos. No.
En el escenario ya corrían de acá para allá una botarga de Scooby Doo, otra de un ser bigotón que nadie pudo identificar de quien se trataba, personal de apoyo, ilustres desconocidos y una multitud de estorbadores de corazón que si les pagaran por hacer bulto fueran millonarios.
Los organizadores nunca designaron un espacio para la prensa, que también pasaba las de Caín para poder hacer su chamba.
– Se hubieran metido con el candidato… no los puedo dejar pasar.
Así se expresaba un tipo que se quejaba del maltrato que le daban sus superiores.
– Ya me regañaron por dejar pasar gente, ya no quiero que me regañen, le repito se hubiera metido con el candidato.
A quien no regañaban, era a una de niña que se había trepado en las columnas del domo de la plaza cívica y de lo alto descendía agitaba los trapos, luego se deslizaba hacia abajo como si se tratara de una resbaladilla. En otra de esas columnas, en lo más alto, una mujer con una cartulina azul expresaba su respaldo al candidato a gobernador.
Una lluvia tímida, que vino a alborotar al calor, se hizo presente durante el mitin. Nadie se movió. El aspirante al gobierno de Veracruz prometió ser un mandatario “pozarricense” pues prometió venir a estos lugares con frecuencia. La gente enloqueció como si frente a ellos estuviera un rockstar.
– Mientras no haya esta organización del nabo en sus visitas, como hoy, apuntó un viejo reportero de los que no pudo ingresar al escenario.
Minutos después, cuando el mitin terminó, sobre la calle 14 norte, un par de banderas de la campaña, estaban abandonadas entre la barquilla que crece una jardinera. Una jovencita vestida de jeans y playera azul y con una bandera del mitin en las manos, pasó, indiferente, frente a lo que ahora es basura y siguió su camino. Allá atrás, se quedó la regidora Carranza que aún no podía convencer a los guardias de que le permitieran subir al escenario, a pesar de que el candidato ya se disponía a salir por otro lado de la Plaza Cívica 18 de marzo. Morena se desmorona, era la frase que quedaba en el recuerdo de esta tarde, caliente y acuosa, que vio nacer y morir un mitin cuya organización ya estaba desmoronada.
