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Poza Rica de Hidalgo

Festejan pozarricenses el pase de México a octavos de final

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“Está perro”, dijo un aficionado.  No se refería a Rafa Márquez, Ni Memo Ochoa, ni ha el equipo de Holanda, sino, efectivamente, a un perro diminuto que muy orondo se paseaba en medio de la multitud con su (él también) camiseta verde de la selección mexicana de futbol.

El can estaba en medio del festejo como uno de los personajes más llamativos del momento. En el reloj de La Paz, decenas de aficionados festejaron que México pasó a la ronda de octavos de final en la Copa Mundial de la FIFA, Brasil 2014.

“Ay, ay, ay, ay canta y no llores”  cantaban los aficionados al futbol que bajo una enorme bandera de México bailaban y disfrutaban. En ese momento nada importaba, ni el calor, ni la crisis económica, ni las reformas estructurales, ni la falta de inversión en la industria petrolera. Nada. Nada, sólo importaba la alegría.

Un par de jovencitas ataviadas con la camisa verde encabezaban una batucada,  que detrás de ellas marcaba el ritmo de la tarde, un muchacho sobre su motocicleta hacía sonar el claxon. Una camioneta roja se detiene, sobre el toldo, por el quemacocos un niño asoma su cabeza y mira con asombro a la multitud. Nadie pita, a nadie le molesta que el vehículo interrumpa el tráfico, detrás otro coche se detiene y atrás de éste uno más.

Hay un solo carril abierto en ambos sentido de Ruiz Cortinez. En 20 de Noviembre y sobre Puebla el tránsito comienza a hacerse lento. Nadie parece molestarse por este hecho. Todos son tolerantes con los que festejan, es más hacen sonar el claxon mostrando su simpatía.

En la glorieta del Reloj de la Paz,  hay más, mucho más gente y siguen llegando. Están los reporteros, las locutoras de la radio transmitiendo en vivo, hay un luchador, un vendedor ambulante que aprovecha para ofrecer camisas de la selección a 100 pesos “es la última que me queda, jefe”. Nadie se le compra.

Los aficionados ahora así llegaron a festejar, no se atrevieron a hacerlo después del triunfo con Camerún, cuando apenas llegaron unos 15 muchachos,  y mucho menos luego del empate contra Brasil, pero ahora sí, no era para menos, el mejor juego de México en la Copa.

Y llegaron ganas de gritar, de decir “eeeeehhhhh… puuutooo”, de cantar el Cielito Lindo o el olé, olé, olé.

No faltaba quien hablara de Rafael Márquez, de Memo Ochoa, del Chicharito – “ahora sí, a ver si ya despierta con ese gol”- , de la FIFA y de Holanda “Ese sí está perro”, dijo el aficionado, pero se refería a un can diminuto que, muy orgulloso, se paseaba en medio de la multitud, con su camisita verde.

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