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La valentía del Batallón de San Patricio, unidad castrense formada por hombres que desertaron del ejército estadounidense y fraternizaron con la defensa del territorio mexicano, es retratada en la exposición temporal El derrotero de los San Patricios.
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y del Museo Nacional de las Intervenciones (MNI), recrea con dioramas de Playmobil los pasajes protagonizados por ese grupo diverso de migrantes europeos, el cual tomó su nombre del santo patrono de Irlanda, debido a que la mayoría de los integrantes eran originarios de dicho país.
Con esta muestra, posible gracias a la generosidad de los coleccionistas independientes Abraham Páramo, Karmín Mata y Adrián Vaal, el MNI rinde homenaje a los héroes de la célebre batalla librada el 20 de agosto de 1847, en el Ex Convento de Churubusco, actual sede del recinto museístico.
En la guerra entre México y Estados Unidos, ocurrida entre 1846 y 1848, una cuarta parte del ejército estadounidense estaba constituido por irlandeses. Enrolados en el ejército de una nación protestante, fueron objeto de maltrato debido a su catolicismo.
En julio de 1845, el gobierno estadounidense envió tropas al río Bravo para tomar posesión de Texas, fue entonces cuando los irlandeses se identificaron con el catolicismo mexicano y algunos desertaron y cruzaron el río para unirse a las tropas mexicanas, llegando a participar en las batallas de Matamoros, Monterrey, La Angostura, Cerro Gordo y Churubusco.
Como explica la museógrafa del MNI, Sandra Sofía Peña, El derrotero de los San Patricios se centra en contar al público qué pasó con los integrantes de la artillería, bajo el mando del teniente John O’ Riley, antes, durante y después de la Batalla Churubusco, combate que es recreado a detalle en uno de los dioramas.
En ese sentido, cabe recordar que tras la defensa del convento, 85 irlandeses cayeron prisioneros; 72 fueron acusados de deserción, y de estos, 50 que desertaron después de la declaración de guerra fueron sentenciados a morir en la horca. Los 22 restantes recibieron la pena de 50 latigazos en la espalda y una marca con hierro candente en la mejilla o en la cadera, con la letra “D”, de desertor.
Entre el 10 y 13 de septiembre de 1847, en San Ángel, un primer grupo de condenados a muerte fue ahorcado vistiendo el uniforme mexicano; mientras los otros recibieron azotes públicos. Días después, los San Patricios restantes fueron ajusticiados en Mixcoac.
En Memorias de mis tiempos, Guillermo Prieto dejó escrito que: “Los de San Patricio se habían creado vivísimas simpatías por su conducta irreprochable y el valor y entusiasmo con que defendían nuestra causa. A la noticia de la ejecución de los irlandeses, cundió la alarma, se movieron todo género de resortes, se aprontó dinero y se pusieron en juego todo género de influencias. Por último, las señoras más distinguidas y respetables hicieron una exposición sentidísima a Scott (general al mando de las tropas estadounidenses), pidiendo la vida de sus prisioneros. Ni ruego ni lágrimas, ni respetos humanos fueron capaces de ablandar aquel corazón de hiena, y se dispuso fuese llevada la orden terrible de muerte a puro e ineludible efecto”.
Así, los San Patricios pasaron a la historia como los valientes soldados extranjeros que supieron solidarizarse con la causa mexicana, para resistir los embates de una guerra injusta.
El derrotero de los San Patricios permanecerá hasta el 1 de octubre de 2023 en el Museo Nacional de las Intervenciones (calle 20 de Agosto y General Anaya, San Diego Churubusco, Coyoacán, Ciudad de México). Horario: martes a domingo, de 10:00 a 17:00 horas. Entrada libre.