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miércoles, julio 9, 2025

Intervención del quiosco de Tampamolón, en SLP, una obra basada en la historicidad y factura del bien

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So pretexto de embellecer su terruño, en 1948, el entonces gobernador de San Luis Potosí, Gonzalo N. Santos Rivera, decidió trasladar el quiosco porfiriano que engalanó la plaza principal de la capital potosina, a Tampamolón Corona, donde el hermoso pabellón devino en orgullo de esta ciudad enclavada en la Huasteca.

Los recientes trabajos de conservación y restauración de este bien inmueble por destino son ejemplo de un proyecto basado en el conocimiento profundo de su historicidad y su técnica de factura, como dio a conocer el Centro del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en San Luis Potosí, en el ciclo de conferencias “Diálogos”, para aproximar su quehacer a la ciudadanía.

La restauradora-perito Rosa Martha Ramírez Fernández, quien realizó la supervisión técnica, y el responsable de las obras, el restaurador Omar Israel Ramírez García, detallaron la labor de recuperación del monumento, cuya tarea inició con la búsqueda de documentación y registros fotográficos.

La inauguración del quiosco, en 1889, expusieron, formó parte de las conmemoraciones de la Independencia de México. El lunes 16 septiembre de ese año fue develado en la plaza principal de San Luis Potosí, en el espacio que ocupara el monumento a Miguel Hidalgo (obra escultórica de Pedro Patiño Ixtolinque Carrizosa) que, a su vez, fue llevado a la Alameda Juan Sarabia.

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Si bien, el porfiriato se caracterizó por el embellecimiento de las plazas de ciudades y pueblos con jardines y mobiliario, en consonancia con los parques urbanos del Viejo Continente, no se localizó información que respalde el origen europeo de este pabellón. Más allá del diseño, lo que encontraron los restauradores fue el origen nacional del hierro usado en su creación.

“Durante el desmontaje de láminas deterioradas de la cubierta, en diversas piezas se identificó la inscripción ‘Encarnación’, marca de la ferrería localizada en Zimapán, Hidalgo, que perteneció al banquero inglés Ricardo Honey, uno de los principales contratistas para la construcción de líneas férreas en ese periodo.

“Asimismo, otras piezas aludían a la ‘Comanja’, otra ferrería asentada en Lagos de Moreno, Jalisco, propiedad de José Rincón Gallardo y Hermanos que, en 1874, ya tenía la concesión para elaborar los asientos, barandales, fuentes y puertas de la plaza central potosina. ‘Comanja’ fue vendida a Honey en 1889”, indicó Ramírez Fernández.

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En ese sentido, se descubrió que guarda similitud con el quiosco de la cabecera municipal de Lagos de Moreno, en cuanto a la forma exterior de la cubierta, los pináculos, balaustres y celosías, haciendo patente que se utilizaron los mismos moldes para estos últimos elementos.

La segunda etapa del quiosco data de 1948, cuando fue reubicado en la explanada de Tampamolón Corona. Se intervino con un nuevo basamento de planta circular de concreto armado (de 12.40 metros de diámetro y 2.4 metros de altura), recubierto con sillares de piedra laja, con un par de escaleras de acceso.

El quiosco del “lugar de muchos jabalíes” (según la traducción del tének) tiene dimensiones de 10.75 metros de altura por 19.6 metros de ancho. De acuerdo con el restaurador Omar Israel Ramírez, el dictamen del estado de conservación arrojó faltante y desajuste de elementos, pérdida de recubrimiento, corrosión, deformaciones y suciedad superficial en el remate, láminas de la cubierta, pináculos, aleros perimetrales, celosías, columnas y balaustrada.

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Expuso que los criterios de intervención fueron el respeto a la integridad de la obra, la compatibilidad de materiales (acero galvanizado, hierro forjado y fundido, sillares de piedra arenisca), la reposición de elementos y recuperación de la unidad visual del conjunto.

Además de la información de archivo obtenida, se hizo la toma de microfotografías y muestras estratigráficas, el análisis de las capas de materiales que componen la estructura de hierro, como óxido y pintura, eliminación de capas de recubrimiento, limpieza química, sustitución de elementos y aplicación de recubrimiento.

Con el trabajo de los restauradores Eduardo Ortiz Hernández, Harol Ayala Pérez, Silvia Marín Tirado y Yannick Díaz Flores, y el apoyo de auxiliares y servicio social de la Facultad del Hábitat de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la intervención tuvo lugar en dos etapas: la primera, en las láminas, aleros perimetrales y estructura interna de la cubierta; y la segunda, en celosías, columnas y balaustrada.

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