La memoria histórica sobre el patrimonio culinario de Honduras es recuperada a partir del análisis lexicográfico de tres libros de mediados del siglo XX y principios del XXI, un estudio que pone en valor la literatura como herramienta antropológica para explorar la identidad y cultura de una sociedad.
Sobre el tema discurrió la quinta sesión del Seminario Internacional de Cocinas, organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de la Coordinación Nacional de Antropología (CNA).
La ponencia La literatura, un repositorio de los sabores y saberes de la gastronomía rural hondureña fue impartida por la profesora-investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Águeda Chávez García, el 1 de julio de 2025.
Los textos analizados fueron Tierras de pan llevar (1939), de Rafael Heliodoro Valle (1891-1959); Peregrinaje (1944), de Argentina Díaz Lozano (1909-1999), y La guerra mortal de los sentidos (2002), de Roberto Castillo (1950-2008), en la medida que cada relato es representativo tanto de una época específica en la historia hondureña, como de corrientes literarias como el regionalismo y el costumbrismo.
Acompañada por las investigadoras de la CNA, Edith Yesenia Peña Sánchez y Lilia Hernández Albarrán, quienes coordinan la actividad académica, la especialista en gastronarrativa, Águeda Chávez, puntualizó que “la alimentación es un elemento clave en la construcción de la identidad y la memoria histórica de las comunidades, un vehículo para la transmisión de conocimientos, valores y tradiciones”.
Subrayó que “una obra literaria se convierte en una fuente de información inagotable, que permite comprender las particularidades de una región mediante sus personajes y situaciones recreadas”.
Una herramienta primordial para su investigación fue el Diccionario de americanismos” (2010), de la Asociación de Academias de la Lengua Española, que incluye 70,000 voces y 120,000 acepciones, con datos sobre su uso geográfico, social y cultural.
Con ello, la autora generó un repositorio de voces relacionadas con la alimentación, que evidencian la presencia de nahuatlismos, cuyas definiciones representan el valor patrimonial, desde el punto de vista lexicográfico, mediante los usos y las costumbres asociados a las prácticas culinarias.
El creciente interés por los estudios culturales en el área hispánica, dijo, se dio en la década de los 90, junto con el éxito de la novela Como agua para chocolate (1989), de Laura Esquivel, que propició el análisis literario desde la lente culinaria.
Enfatizó que en los tres libros el pan y el maíz, como ingredientes principales, ocupan un lugar clave en las narraciones, lo que permite ubicarlos como símbolos de arraigo e identidad. “La gastronomía en la literatura es una herramienta narrativa para indagar en la complejidad de la experiencia humana”, puntualizó.
La antropóloga física Yesenia Peña expuso que las obras literarias permiten ver los paisajes, territorios, y contribuyen a preservar la memoria histórica, y entender esas complejas dinámicas de identidad, tradición, cambios, tensiones y conflictos.
“Consideramos que esta relación entre literatura, gastronomía y antropología sienta una base para las investigaciones que se realizan en este seminario”, indicó.
Por último, la antropóloga Lilia Hernández consideró que los textos novelados sirven para observar el sentido cultural del lenguaje, con el que se muestran los ritmos de vida en contextos distintos.
La siguiente sesión del seminario será el 5 de agosto de 2025, con la ponencia Cocina y religión: La Fanesca y su significado espiritual en Ecuador, de la investigadora de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador-Ibarra, Sonia Lorena Arellano Guerrón. Mayores informes al correo: encuentrococinas@inah.gob.mx.
—oo0oo—