Dentro del universo de inmuebles históricos afectados por el sismo del 19 de septiembre del 2017, el Palacio de Cortés, ícono de la ciudad de Cuernavaca, Morelos, y sede del Museo Regional Cuauhnáhuac, fue uno de los más afectados, especialmente en puntos específicos de su arquitectura como el torreón histórico de su esquina norponiente.
En respuesta a esos daños, desde los momentos inmediatos al evento natural esta saliente constructiva ha sido objeto de atención constante por un equipo multidisciplinario de especialistas en arquitectura, ingeniería, museografía y otras disciplinas, el cual efectúa su restauración bajo la supervisión del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Los trabajos emprendidos en el torreón, informa el coordinador del área de Monumentos Históricos del Centro INAH Morelos, Fernando Duarte Soriano, han permitido comprender mejor los comportamientos estructurales de este elemento, el cual fue construido en 1910 para conmemorar el centenario de la Independencia de México.
Debido a que la torre y su reloj histórico fueron añadidos a la arquitectura del edificio del siglo XVI, se generó una “junta fría” que, al ser impactada por el sismo desde el costado suroriente del inmueble, dio paso a un desplazamiento en la estructura de la torre.
“La cortante, la cual se creó hacia la mitad del cilindro, nos llevó a diversos análisis y estudios estructurales a fin de lograr su conservación. Así, en primer lugar, se decidió crear un área de protección para mantener la seguridad de los visitantes, peatones y trabajadores”.
Mediante análisis colegiados entre el Centro INAH Morelos, las coordinaciones nacionales de Monumentos Históricos, de Obras y de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, y la empresa encargada de los trabajos, se decidió desmontar el torreón y aligerarlo estructuralmente.
Las obras que se realizan, explica el arquitecto, consisten en la colocación de un ‘esqueleto’ o una estructura interna de madera, la cual se planea tenga un peso significantemente menor, estimado en 2.54 toneladas, toda vez que la anterior, de mampostería, pesaba 44 toneladas.
Esta propuesta técnica, agrega Fernando Duarte, contempla la integración en la torre de tres mil 772 piezas, entre madera, tornillos, placas de acero y otros elementos que irán desde la base hasta las cornisas del torreón. Además, se cuidará que las piezas de madera estén estofadas y cuenten con tratamientos ininflamables, para el caso de que exista un cortocircuito. Y tal como estaba antes de su restauración, contará con un sistema de pararrayos.
“A nivel de fisionomía, tendremos los mismos acabados con aplanados de cal y arena, así como la pigmentación que los habitantes reconocen en el torreón. Asimismo, la estructura propuesta permitirá la reinstalación de la maquinaria y las caratulas del reloj”.
Cabe anotar que dicho reloj histórico, usado habitualmente por los ciudadanos de Cuernavaca, fue desmantelado cuidadosamente por personal especializado en este tipo de patrimonio, y se encuentra bajo resguardo al interior del Museo Regional Cuauhnáhuac.
“Preservar la identidad de estas construcciones es clave. Soy de Cuernavaca, por lo que sé lo que la torre y el reloj representan para la ciudad, y para nosotros como INAH y como equipo en general, es un orgullo poder garantizar el funcionamiento y la estabilidad estructural de un inmueble como este”, expresa el especialista.
Todas las labores descritas, finaliza Fernando Duarte, se realizarán bajo un cuidadoso cronograma a lo largo de 2022, lapso en el que también se terminará la consolidación del edificio y se trabajará un nuevo guion museográfico para las áreas de exhibición permanente del recinto cultural morelense.